Aun recuerdo la primera vez que los vi juntos, después de que ya tenía mis sospechas. Era un día domingo muy temprano cuando decidimos ir de paseo a uno de los ríos más cercanos al pueblo. Fuimos casi todos los que vivíamos en la casa grande. Llevamos comida, trajes de baño, implementos de juego y fuimos caminando. Era algo sorprendente. Dijeron que el río más cercano estaba por aquí mismo y tuvimos que caminar cerca de una hora. Eso para mí era demasiado.
Por varios minutos, no vi a mi sobrino y a la linda muchacha. Entonces, caminé por ahí, buscándolos y los divisé. Estaban sentados sobre una piedra grande a la orilla del río, besándose muy apasionadamente. Me sentí preocupada, en verdad, parecía que el amor de esos dos iba para largo. El papá de la muchacha y su hermano mayor aun no lo sabían. Ellos no habían ido con nosotros. Ese amor aun lo mantenían en secreto, claro, sus hermanas estaban enteradas. Ellas eran muy unidas.
Las intenciones de mi sobrino eran buenas, pero temía que con esta relación él fuese a salir lastimado, no se lo merecía. Pero también pensaba en ella, si quien sabe podía salir embarazada, porque si su amor era secreto, no sabía que cosas estaban haciendo a escondidas. Sinceramente creía que lo mejor era que él terminase sus vacaciones y se marchase de regreso a casa para que reanudara sus estudios de ingeniería. Un amor así tan distante quizás los iba a lastimar. Y mi sobrino sólo tenía veinticuatro años. No estaba aun preparado para un matrimonio, pensé.
Terminaron sus vacaciones, pero, desafortunadamente, no había vuelo en esos días, él estaba esperando el avión y para colmo tampoco había transporte terrestre. Yo ya había empezado mis clases y un día que llegué a casa, para mi sorpresa, no lo encontré. Un carro, de improviso, había salido de viaje llevando pasajeros. El no pudo despedirse de mí. Anteriormente le había dado algún dinero, pero no pensé que se fuese a ir así de pronto. Fue inevitable. Sentí un hondo vacío y una lágrima rodó por mi mejilla. Fui hasta la cocina a beber un vaso con agua para tratar de apaciguar un poco el ahogo que empecé a sentir por motivo de su ausencia y allí encontré llorando a su noviecita. La abracé y yo también me sentí bastante vulnerable y lloré con ella. El era una de esas personas que se dejaban querer con facilidad y que dejan huella. Era muy tierno y jovial. Sabía que lo íbamos a extrañar mucho, también mis pequeñas. Y ahora mismo que estoy escribiendo, evocando esos momentos no puedo evitarlo, estoy llorando.
Gracias por escribir, se mueven muchas emociones al leerte. Este artículo me removió muchos sentimientos. Me gusta mucho el estilo con que describes cada episodio.
ResponderEliminarFelicidades!!!
Agradezco mucho tu comentario, es muy valioso para mí, lo cual me motiva a escribir mi nuevo capítulo. Estoy segura que también te agradará.
ResponderEliminarGracias. Muchos abrazos.