Antes de partir, le agradecí a mi adorada madre, por habernos cobijado a mis hijas y a mí en el momento en que más la habíamos necesitado. Entonces viajamos al aeropuerto con la ayuda de mi hermano, quien nos llevó en su carro. En cuanto llegamos, esperamos muy poco tiempo y luego de despedirnos, abordamos el avión. Era una mañana soleada. Mi sobrino se emocionó tanto puesto que era la primera vez que se montaba en un aeroplano. Iba mirando hacia abajo, sonriente, a través de la ventana. Yo lo miraba feliz y me alegraba mucho que se sintiera así. El iba cargando una niña y yo otra. Parece que él iba hablando con la nena, mostrándole todo lo que veía. El viaje fue muy divertido. Llegamos sin la más mínima dificultad.
Cuando llegamos a la casa grande donde me instalaría, mi sobrino fue presentado a las bellas hijas del propietario. Me dí cuenta, inmediatamente, que una de ellas simpatizó con él. Percibí el cruce de miradas entre la jovencita delgada de diesicéis años de cabello castaño, largo y lacio y mi sobrino, atractivo y gentil . Nos instalamos en dos habitaciones que había rentado con anterioridad. No ofrecía el confort esperado, pero, sin duda, eran aceptables. La cocina me faltaba por conocer. Me sorprendí cuando vi que no había gas. Era una de esas cocinas antiguas donde se montaban unas varillas de hierro atravesadas para que el fuego fluyera después de haber encendido la leña. Pregunté dónde quedaba el almacén de electrodomésticos. Me dijeron que no había negocios de línea blanca,es decir, no vendían neveras, lavadoras, cocinas, porque era imposible traer esas cosas por la inoperabilidad de la vía, por tanto, no había un carro que viaje directo desde la ciudad capital porque un enorme tramo de la carretera faltaba por terminar de construir, aquel por el cual yo había ingresado en mi primer viaje. Todavía estaban frescas en mi memoria las peripecias de la aventura vividas aquel día.
"Está bien " dije, "No me iba a crear problema porque no tenía una cocina con hornillas". Además quien iba a lidiar con ella sería la muchacha que iba a hacer los quehaceres de la casa y la que conseguiría por allí mismo, con seguridad ella ya estará acostumbrada a cocinar con ese sistema. La esperanza era que pronto terminarían la carretera, colocarían los puentes y pasarían los carros con esas mercancías. Durante esos días adquirí lo esencial para vivir. Había ya cobrado mi primer sueldo mensual sin haber aun trabajado, y lo invertí casi todo, en cosas del hogar. Con el transcurso de los días pude darme cuenta que la relación del padre de las muchachas para con ellas era de bastante afecto y confianza. El señor era viudo y vivía sólo de las rentas. Era muy generoso y educado.
Pasaron los días y observé que mi sobrino y la joven habían empezado a tener un idilio. El, un día se sinceró conmigo y me confesó que se había enamorado seriamente de la muchacha y pensaba casarse y llevársela de allí, dijo que terminaría su carrera de ingeniería con el apoyo de sus padres, que la llevaría a vivir a la casa de su papá, mientras tanto, hasta que terminase su carrera y pueda trabajar para poder independizarse. Enfatizó que en cuanto terminen sus vacaciones regresaría a casa y luego vendría a pedir formalmente la mano de la joven. El estaba siendo sincero pero pensé que en cuanto él saliera del pueblo se olvidaría de ella.
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