sábado, 6 de noviembre de 2010

LA LLAMADA TELEFONICA.

Si una persona te trae la noticia de que tienes una llamada telefónica y viene acompañada de una sonrisa. ¿Qué suponemos? Que la noticia será buena. ¿verdad?. Refiriéndonos a la joven universitaria, Anahí, (La protagonista de mi entrada anterior) quien después de haber satisfecho su hambre, apenas, con una tortilla de un solo huevo, ya que el otro, resultó estar dañado, estaba en su cuarto, sentada frente al escritorio cuando su dueña de casa entró y le trajo la noticia de que tenía una llamada telefónica y se lo dijo con una sonrisa. Anahí se puso alegre y corrió a atender su llamada.

¿Qué clase de llamada tendría la joven? ¿Quién la llamó? ¿Para qué la llamaron? Obviamente sabemos que será una buena noticia, que ella debería estar esperando, por la sonrisa de la señora. Sí. Entonces podrían haber algunas opciones: La llamaban personas que querían hacerle un contrato para que cantara en algún evento. La llamaba su madre desde el otro estado para comunicarle que ya le había enviado dinero o encomienda por la empresa de transportes. La estaba llamando un amigo para invitarla a almorzar o a cenar. Talvez la llamaba una amiga, aquella que solía invitarla a su casa para hacer algún trabajo de la universidad. Allí la madre de ella la invitaría a comer. La comida que ella preparaba era una exquisitez. En fin, algunas opciones satisfactorias le esperaban al otro lado del auricular del teléfono de Anahí.

Si todos tuviésemos una llamada como ésta, que se convierte en una agradable sorpresa, desearíamos siempre estar atendiendo el teléfono, pero, ellas son de diversa naturaleza. Hay quienes se mantienen en suspenso, a la espera de la llamada anhelada. Veamos a este muchacho recién graduado que está esperando la llamada del empresario que lo entrevistó el día anterior. Desde ese momento no había podido dormir, dado que le encantaría trabajar en esa empresa y sólo una llamada telefónica que viene de aquella institución significaría que lo van a contratar, porque de haber sido negativo el resultado de la entrevista, no lo llamarían.

"Manuel. Te están llamando de una empresa". Dice su hermana.
¡Al fin!, ¡Dios mío! Al fin. Efectivamente, con una aturdida sonrisa acude a contestar el teléfono. "¿Alo?". Le responden: Señor Gutiérrez, debe acercarse mañana a nuestras oficinas para firmar el contrato de trabajo. Usted va a trabajar en nuestra empresa.
¿Cómo imaginan la cara del muchacho?. La felicidad en su rostro será evidente.

Qué me dicen de aquella muchacha que ha roto con su novio, pero lo ama y espera ansiosa que él la llame para pedirle perdón y decirle que desea verla. Ella está preparada con los oídos bien templados para escuchar el repicar del aparato. Suena el teléfono. Está nerviosa: "Dios mío, y si es él". Va a contestar. "¿Aló?". Del otro lado le dice su novio: "Mi amor, no he podido dormir desde ayer, por favor, quiero que me perdones. Te amo". ¿Y ella? ¿Qué diría? ¿Cuáles son las opciones para responder?: Una: Si está tan bobamente enamorada, dirá: "Ay mi amor, yo también no he dejado de pensar en tí. Me muero por estar contigo. Ven a buscarme".

Dos: Si está muy enamorada, pero actúa natural, con una expresión de resentimiento, procurando mantener la cordura y la serenidad. Le dirá: "Me lastimaste mucho. No debería estar hablando contigo". Del otro lado el joven le dice: "Por favor, perdóname, he sido un tonto. Eres la mujer de mi vida . Necesito verte". Ella le responde: "Ahora no puedo salir, necesito estar sola, por favor, no quiero hablar contigo, ya no me llames" . El se dará cuenta, podrá percibir el dolor que le ha causado su comportamiento y le dice: "No sabes cuánto lo siento, estoy tan arrepentido. Yo esperaré, porque te amo". Ella: "No vuelvas a llamarme que no quiero volverte a ver nunca más en mi vida". Y le cuelga. Si ese hombre es inteligente, esperará, y la seguirá llamando. Le enviará flores, tarjetas, le dará una serenata, claro, si es romántico y si la ama de verdad. Aún así corre el riesgo de perderla. Y si no hace esto, se matará escribiéndole mensajes cursis en el internet. Bueno, a veces no son tan cursis.

Hay una tercera opción. Viene la llamada. "Ha de ser el idiota ese". Dice la muchacha y contesta el teléfono:"¿Aló?". Del otro lado responde el muchacho: "Mi amor... ".Ella apenas escucha su voz, le dice muy enfadada: "Ah ¿eres tú?, ¿Para qué llamas?". El responde:"Mi amor, perdóname, yo... ". Ella le dice: "Ah sì, crees que es muy fácil para tí, hacer lo que hiciste y luego "Ay, perdóname mi amor" ¿Qué facilito no?, eres un idiota. Me das asco". El le dice: Mi amor, escúchame. . ." Ella le dice: "Mira, coño e tu ma..., ni creas que te voy a perdonar lo que hiciste. Y no vuelvas a llamar, te quiero fuera de mi vida, desgraciado". Y le tranca el teléfono. Su madre le dice:"Hija, pero no le hables así, cuánta grosería": "Mamá, ese mierda tendrá que rogarme si quiere que lo perdone".

Y pueden surgir muchas opciones más. Sólo imaginemos que fue lo que hizo el novio y obtendremos todas las respuestas. Aunque el motivo de esta pelea me olía a cuernos. No sé que les parecía a ustedes, y qué tipo de respuesta darían. De estas tres opciones yo me quedaría con la segunda, aunque también la tercera no me parece mal, pero la primera, ni loca.

Hay llamadas muy lindas, como la de un amigo o amiga que no has visto hace años. De alguien que te llama para felicitarte por tu cumpleaños. De tu novio o novia para darte los buenos días, en fin. Pero hay llamadas que no quisiéramos recibir. Aquellas como las del Banco para decirnos que ya se venció ayer la mensualidad de la tarjeta de crédito y se montó la otra factura. ¡Oh, qué rabia! Hay personas que no quieren que suene el teléfono porque puede ser llamadas de facturas para las que ahora no sabemos como cubrirlas. Cuando suena el teléfono, es como el mismo huracán que erupciona en nuestro interior, disculpen, talvez, exagero. Nos ponemos pálidos, digo verdes, nos quedamos mudos, algo así como electrocutados. Mejor, no contestamos el teléfono. O quizás, le decimos a alguien: "Díle que no estoy, que salí de viaje, que estoy en el hospital, la la la la la la". Hay llamadas muy bellas, cuando nos llama un familiar del exterior. Cuánta alegría nos causa esa sorpresa.

Las llamadas en la madrugada, generalmente, son para darnos malas noticias. Es mejor que nunca suene el teléfono a esas horas. Estamos bien dormidos, cuando, súbitamente, suena ese teléfono en la madrugada, nos descontrolamos, nos sentimos acosados por los nervios. Nos disgusta, nos asusta, nos da miedo. ¿Será una mala noticia?. Es la primera idea que a mí se me viene a la cabeza.

¡Oh!, !No¡. Mi teléfono está sonando ahora. ¿Qué horas es?. Las dos de la madrugada. Ay, ¡Dios mío! tendré que ir a contestar: "¿Alo?". Del otro lado: "Si por favor, disculpe la hora. Es que me urge hablar con Yurismeidis, ¿Me la puede pasar, por favor?". "¿Yuri... qué?". "Yurismeidis, señora". "Mire joven aquí no vive ninguna Yurismeidis". "Oh, perdón, creo que me equivoqué de número".
Me viene el alma al cuerpo. Número equivocado. Suele suceder, gracias a Dios.

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